Para este postre hay que utilizar un molde redondo desmontable y la placa de horno. Mi molde redondo es de 23 cm de diámetro. En un papel de horno, cuya medida coincida con el tamaño de la placa del horno, dibuja un círculo del diámetro exterior de la pared desmontable del molde. Hay que hacerlo con el diámetro exterior, para que después el bizcocho cubra 100% el fondo, así no caerá la mousse entre el borde del bizcocho y la pared del molde.
Precalienta el horno a 180ºC.
Separa los huevos. Bate las claras a punto de nieve con una pizca de sal. Cuando los huevos empiecen a tener unas espumas blandas, añade poco a poco el azúcar. Sigue batiendo hasta que se convierta en una espuma dura que te haga recordar al merengue.
Ahora añade las yemas una por una. Sigue batiendo vigorosamente con la batidora. Tu espuma de huevo se mantendrá algo dura todavía.
Después incorpora la harina, muy poco a poco, junto con la levadura en polvo. Usa un tamiz cada vez que añadas la harina. Mezcla muy bien la masa, pero siempre con movimientos envolventes. Con una varilla es muy fácil hacerlo bien.
Pon el papel de horno, donde has dibujado el círculo, en la placa del horno. Es importante poner la parte dibujada boca abajo, para que el lápiz no entre en contacto con el bizcocho. Vierte la masa del bizcocho encima del círculo, dejando alrededor unos 2 cm de margen para poder cortar después. Alísala. Hornea durante unos 15 minutos. Después deja que se enfríe en una rejilla.