Desmenuza la levadura y ponla en un cuenco pequeño junto con una pizca de azúcar, una cucharada sopera de harina y 80 ml de leche tibia. Mezcla la preparación, tápala y deja que fermente unos 10 minutos, en un sitio templado, hasta que suba.
Mientras, mezcla la harina con la mantequilla hasta que tenga un aspecto arenoso. Incorpora el yogur, 1 huevo, la mitad del queso, la sal y la masa fermentada. Amasa todo hasta obtener una masa homogénea, muy dura.
Cubre la masa con un paño y resérvala en un lugar templado. Al cabo de 1 – 1,5 horas debería haber doblado su tamaño. Extiende la masa a un grosor de 1 cm. Después dóblala según las fotos. Repite el proceso una vez más.
Precalienta el horno. Extiende otra vez la masa a un grosor de 1,5 cm. Haz unos cortes decorativos. Con la ayuda de un cortapastas redondo haz pequeños discos. A continuación, con las dos manos haz movimientos que hagan subir, estrechar y engordar el grosor de estos discos (mira la foto 4 de abajo).
Pon los panecillos en una placa revestida con papel de horno. Pincélalos con huevo batido y échales queso por encima.
Hornea entre unos 13 y 16 minutos hasta que se doren. Horno: 230ºC.
Notas
Para esta receta uso queso fresco o semi curado, porque son quesos que se rallan y se funden bien. Puedes probar también con quesos ahumados. Las versiones son infinitas.