Lava las fresas y quítales las hojas. Escúrrelas bien y córtalas por la mitad.
Unta un molde rectangular con mantequilla (también puedes usar uno redondo). Espolvorea el fondo y las paredes con harina. Elimina la harina sobrante. Precalienta el horno.
Separa las yemas y las claras.
Bate las yemas con el azúcar, las semillas de vainilla y la piel rallada de limón hasta que esté cremoso. Mientras, hierve el agua. Ahora añade el agua hirviendo a la mezcla anterior. Hay que añadirla poco a poco, si lo haces de golpe las yemas pueden cocerse. Además, hay que batir continuamente. Sigue batiendo hasta que nuevamente tengas una textura cremosa.
Incorpora la harina y la levadura en polvo. Bate de nuevo la masa hasta que quede homogénea.
En el otro bol, bate las claras a punto de nieve con una pizca de sal.
Añade dos cucharadas soperas de las claras batidas a la masa anterior. Bate la masa enérgicamente. Añade poco a poco el resto de las claras con ayuda de una varilla manual, pero ya con unos movimientos envolventes para que no se caigan las claras.
Vierte la masa de bizcocho en el molde. Alisa la masa. Pon las fresas cortadas en el bizcocho. Hornea durante unos 30 minutos. Horno: 180ºC.
Al sacar el bizcocho del horno déjalo 5 minutos en el molde. Finalmente, ponlo a enfriar en una rejilla.