Empieza a amasar la harina con la mantequilla, las semillas de vainilla y el azúcar. Cuando tengas una textura arenosa, añade los dos huevos y el agua. Sigue amasando hasta que tengas una textura homogénea. Pon la masa en el frigorífico durante una hora.
Precalienta el horno. Engrasa el fondo y la pared de un molde redondo con mantequilla y después espolvoréalo con harina. Elimina la harina sobrante. El diámetro del molde es de 25 cm. Como otra opción, también puedes forrar completamente el molde con papel de horno.
Corta la masa en dos partes. Una de las partes, la que vamos a utilizar para el fondo, debe ser el 75% de la masa. Extiende esta parte teniendo en cuenta que su tamaño tiene que ser lo suficientemente grande para cubrir el fondo y la pared del molde. Cuando la tengas, ponla en el molde.
Ahora extiende la masa pequeña dándole un grosor de unos 2 mm. Con un cuchillo afilado o un cortador de raviolis corta tiras largas. El ancho de las tiras es de unos 1,5-2 cm. Reserva estas tiras de la masa.
Ahora pincha la masa que está en el molde con un tenedor. Después pon un papel de horno sobre la masa quebrada, echa encima las legumbres secas y hornea la masa a ciegas durante 25 minutos. Horno: 180ºC.
El relleno de ricotta:
Mientras tanto, puedes elaborar el relleno.
Bate los huevos con el azúcar un par de minutos. Ahora añade la ricotta y sigue batiendo. Incorpora el yogur griego natural y la piel rallada de la naranja. Mezcla muy bien.
Montando la crostata de ricotta:
Saca del horno la base precocida y vierte dentro el relleno. Pon las tiras de la masa encima del relleno formando un bonito enrejado. Vuelve a hornear la crostata de ricotta durante unos 55-60 minutos más. Horno: 180ºC.
Una vez cocida la tarta, deja que se enfríe completamente en su molde. Cuando ya esté fría, pon esta tarta italiana en el frigorífico durante una noche entera.
A la hora de presentarla puedes espolvorear con azúcar glas.