Corta en dados las fresas. Saltea las frutas con el azúcar unos 3-5 minutos. Cuando la fruta esté blanda, tritúrala para que tengas una salsa y déjala enfriar. Si quieres, puedes dejar unos trozos más grandes. Así el helado será más rústico.
Derrite el chocolate blanco al baño María.
Pon en un bol el mascarpone y empieza a batir. Cuando esté cremoso, añade poco a poco el chocolate blanco derretido. Después incorpora la salsa de fresas. Aunque ahora esté bastante líquida, bate un poco la crema para que esté homogénea.
Pon la crema en el congelador. Durante las siguientes 4 horas hay que batir cada media hora para que el helado esté más cremoso y no tenga cristales. También puedes hacer este proceso con una máquina de helado.